Brañosera bajo cero

Sabíamos que en la salida a Brañosera con la SEO íbamos a pasar frío, pero no esperábamos encontrarnos con todo cubierto por una buena capa de nieve.

  

La carretera estaba helada e incluso nos tuvimos que bajar del coche a empujar.

Las vacas tudancas, raza típica de la zona, duras y muy bien adaptadas a la climatología adversa. Vimos varias alimentándose por la zona.

Vacas tudancas

La primera mitad de la ruta la realizamos a través de unos escobales y brezales muy buenos, lástima que los pajarillos no estuviesen muy activos por el frío.

Aún así se dejaron ver varios cuervos, bisbitas alpinos y rapaces como milano real, busardo ratonero y buitres leonados, entre otros que ya iré mostrando.

Busardo ratonero

Buitre leonado

Cuervo

Cuando hay nieve, el tema de los rastros se vuelve muy interesante. A continuación huellas de corzo, un posible arrendajo y zorro. A este último llegamos a verlo de lejos, y también observamos unos nueve ciervos.

Huellas de corzo

Posibles huellas de arrendajo

Huellas de zorro

Al salir del matorral continuamos el recorrido por una zona donde predominaban los espacios abiertos, siempre atentos a todo bicho que se movía.

Llegamos a una zona despejada (la de la foto inferior) en la que detectamos varios zorzales charlos y una pareja de mirlos capiblancos.

Al hacer cima nos detuvimos para comer y reponer energías.

Este opilión tan chulo nos hizo compañía mientras tanto...

Opilión

Tras la sobremesa continuamos la marcha. Ahora que la sensación térmica era menor, parecía que los pájaros se iban animando poco a poco.

Dos bultos sospechosos sobre una roca llamaron nuestra atención. De lejos resultaron un poco confusos, pero al aproximarnos comprobamos que eran mirlos capiblancos, como los de antes, pero con la gargantera blanca menos evidente que los primeros que vimos. Más adelante observamos volando un grupo de cuatro túrdidos negros que casi con total seguridad también eran capiblancos.

Mirlos capiblancos

El paisaje era innegablemente impresionante...

La bajada comenzó a través de matorral, con la intención de llagar hasta el imponente robledal que había unos pocos kilómetros más abajo.

Una enorme bandada de lúganos nos brindó un bonito espectáculo dando vueltas de forma repetida alrededor de unos alisos, árboles en los que posteriormente se posaron para alimentarse de sus semillas.

Lúganos

Sin duda los árboles estrella fueron los serbales de cazadores, relativamente abundante durante toda la ruta y bien cargados de sus característicos frutos rojos. Cabe destacar la importancia de este escaso árbol dentro del ecosistema.

Serbal de cazadores

Ya metidos en bosque no vimos mucho pájaro, salvo algún carbonero garrapinos, agateadores, arrendajos y trepadores azules. Es lo que tiene este frío.

El colofón fue el hallazgo de este excremento de oso pardo, afortunadamente una especie más o menos frecuente en la localidad y en toda la Montaña Palentina.

Excremento de oso pardo

En cuanto a los hongos, las amanitas nos sorprendieron por su gran abundancia.

Amanita muscaria

Algunos pocos afortunados incluso tuvieron la suerte de toparse con unos suculentos boletus. ¡Así da gusto terminar una buena ruta!

Boletus edulis

Cuando regresamos al pueblo (tras realizar casi 15 km de ruta) entramos en el bar para tomarnos algo calentito y nos entretuvimos un poco con un simpático potrillo que esperaba fuera. A lo largo del día había desaparecido el hielo de la carretera, haciendo del regreso a casa algo más cómodo y seguro.