Como ya comenté al final de la entrada anterior, el pasado 24 de febrero me dirigí con Miguel, sus padres e Iraida Marijuán al Parque Nacional de Monfragüe, donde como bien es sabido se celebra la FIO. Allí nos encontramos tanto con Ismael Romero como con Miguel Martín y su padre, con quienes pasaríamos el día.
Águila real (Aquila chrysaetos)
La mañana la dedicamos a rondar entre los estands de la feria, y la tarde ya al pajareo puro y duro. Comenzamos por la Portilla de Tiétar, donde una joven águila real nos deleitó con varios lances fallidos sobre las palomas del lugar. Además nos sobrevolaron la pareja habitual de águilas imperiales y alguna cigüeña negra. Yo a mayores realicé una búsqueda intensiva de orugas de Charaxes jasius en los madroños que nos pillaban más a mano, pero no vi nada más allá de hojas a medio comer y varias camas viejas de seda propias de la especie.
Águila real (Aquila chrysaetos)
Águilas imperiales (Aquila adalberti)
En el Salto del Gitano las carroñeras se llevaron la palma. El halcón peregrino también pegó un par de pasadas sobre el mirador antes de desaparecer entre los cortados... La nota herpetológica la pusieron los tritones ibéricos.
Salto del Gitano
Buitres leonados (Gyps fulvus)
Alimoche (Neophron percnopterus) y Buitre leonado (Gyps fulvus)
Buitre negro (Aegypius monachus), joven
Halcón peregrino (Falco peregrinus)
Tritón ibérico (Lissotriton boscai)
Después de dar una vuelta, con las luces del atardecer, las águilas perdiceras finalmente hicieron acto de presencia recompensándonos con unas lujosas observaciones, las mejores de la especie para mí hasta la fecha.
Águila perdicera (Aquila fasciata)
Aquí la foto de equipo. Miguelito se nos escapó justo antes de decidir sacárnosla, pero para la siguiente no nos puede faltar.
De izquierda a derecha: Miguel Rodríguez, el que escribe e Ismael Romero
Y mientras tanto, un bando de grullas le ponían sonido a la despedida...
Hace poco regresé de pasar unos días con mi padre por Monfragüe.
Da gusto volver aquí 6 años después de mi primera y única visita a este parque nacional, cuando a penas era un novato en este mundillo y que recuerdo con un cariño especial. Esta vez lo he disfrutado aún más si cabe.
Salto del Gitano
No se nos ocurría mejor forma de comenzar que en el Salto del Gitano, seguramente el lugar más emblemático de todo el parque, y donde nos deleitamos entre otras cosas con buitres leonados, varias cigüeñas negras y algún que otro alimoche. A estas especies las vimos igualmente bien en otros puntos distintos del viaje, no correspondiéndose todas las fotos a la zona del Salto.
Buitres leonados (Gyps fulvus)
Cigüeña negra (Ciconia nigra)
Cigüeña negra (Ciconia nigra) junto a un nido de Buitre leonado (Gyps fulvus)
Cigüeñas negras (Ciconia nigra)
Alimoches (Neophron percnopterus)
Uno que se deja ver especialmente bien en el Salto del Gitano es el roquero solitario, utilizando las grandes atalayas rocosas de este enclave como escenario para sus exhibiciones de cortejo. ¡Un espectáculo!
Roquero solitario (Monticola solitarius), macho
Roquero solitario (Monticola solitarius) tomando un baño de sol
Roquero solitario (Monticola solitarius) y Verdecillo (Serinus serinus)
Cabe hacer una pequeña mención a las golondrinas dáuricas, cuya presencia es una constante a lo largo y ancho de todo el parque nacional.
Golondrina dáurica (Cecropis daurica)
Golondrina dáurica (Cecropis daurica) llegando al nido
A veces una "insignificante" y lejana silueta puede suponer uno de los grandes premios del viaje. Es el caso de este águila perdicera.
Águila perdicera (Aquila fasciata)
Hace años que tenía ganas ver algún macho lagartija colilarga con colores nupciales, y finalmente pude quitarme la espinita con este único ejemplar.
Sin embargo observamos multitud de hembras y jóvenes.
Por casualidades de la vida coincidimos con César Díez, quién acompañado por su padre y su hermano también iba a pasar allí unos días, compartiendo con ellos el resto de las jornadas. Nuestro primer encuentro tuvo lugar al atardecer, dirigiéndonos entonces a la Portilla del Tiétar, donde intentamos ver sin éxito al búho real y disfrutamos de los últimos vuelos del día de las águilas imperiales, incordiadas de primera mano por una pareja de belicosos cernícalos.
Águila imperial ibérica (Aquila adalberti) acosada por un Cernícalo (Falco tinnunculus)
A la mañana siguiente acudimos de nuevo a la Portilla para contemplar con mejor luz a las águilas imperiales, cruzándonos en el camino con varios ciervos.
Así es como se dejan ver cuando no se les va pegando tiros...
Cierva (Cervus elaphus)
Portilla del Tiétar
Águilas imperiales ibéricas (Aquila adalberti)
Los buitres tienen la mala costumbre de robarle los nidos a otras rapaces, y por ello las águilas imperiales no dudan en recordarles de vez en cuando con quién no deben meterse... No todo es buen rollo en el vecindario.
Buitre leonado (Gyps fulvus)
Águila imperial (Aquila adalberti) atacando a un Buitre leonado (Gyps fulvus)
En estos montes el águila culebrera es otra de las que no fallan...
Culebrera europea (Circaetus gallicus)
Sólo por las vistas el castillo de Monfragüe ya es una parada obligatoria.
Además su torre supone un estupendo oteadero para la observación de rapaces, entre ellas el buitre negro, uno de los símbolos del parque nacional.
Buitres negros (Aegypius monachus)
Aquella tarde se la dedicamos al embalse de Arrocampo, donde entre otras cosas nos esperaba un amplio repertorio de ardeidas, calamones, buscarlas unicolores e incluso un ejemplar de porrón pardo. Además Ismael Romero vino para hacernos compañía, ya que ésta supone una de sus zonas de pateo habituales.
Embalse de Arrocampo
Garza imperial (Ardea purpurea)
Porrón pardo (Aythya nyroca)
Calamones comunes (Porphyrio porphyrio)
Buscarla unicolor (Locustella luscinioides)
Entre las garzas tuvieron un especial protagonismo los avetorillos, muy abundantes, y más concretamente esta confiada hembra que hizo nuestras delicias al moverse y pescar a escasos metros de nosotros.
Avetorillo (Ixobrychus minutus), hembra
Avetorillo (Ixobrychus minutus) hembra, VÍDEO
Ismael tuvo el detalle de enseñarme unas Serapias lingua antes de irse, y tras despedirnos de él ya con las últimas luces del día nos acercamos a ver la colonia de cernícalos primilla que crían en la iglesia de Saucedilla.
Serapias lingua
Cernícalos primilla (Falco naumanni)
Con todos los protagonistas de Monfragüe ya citados, sólo me queda hablar de las salidas nocturnas, que por estos lares son especialmente productivas.
Los ciervos y el canto de los primeros chotacabras cuellirrojos del año son sin duda un buen aliciente para animarse a trasnochar, pero quienes realmente merecen la pena son los anfibios, bien representados en el parque nacional.
Ciervos (Cervus elaphus)
De las ranas comunes casi no merece la pena ni hablar, pues son de lo más abundante que puede haber. No así los sapos comunes, de los que únicamente fuimos capaces de ver dos ejemplares (uno por cada noche).
Rana común (Pelophylax perezi)
Sapo común (Bufo spinosus)
Uno de los "grandes", y nunca mejor dicho, fue este enorme gallipato que alcanzaría tranquilamente los 30 centímetros de punta a punta.
Gallipato (Pleurodeles waltl)
Sin embargo la novedad herpetológica para mí fue un tritón bastante más pequeñajo. Estoy hablando ni más ni menos que del tritón pigmeo.
Tritón pigmeo (Triturus pygmaeus)
Las que más trabajo nos dieron fueron las ranitas meridionales. Durante el celo debe ser sencillísimo verlas en las charcas adecuadas, pero ahora se encuentran fuera del agua, escondidas en los zarzales más profundos e inaccesibles.
Después de mucho rato de búsqueda, guiados por por los esporádicos cantos de algunos ejemplares, dimos con una zarza más abierta que donde se ocultaban las demás, dando finalmente con dos bonitas y verdes ranitas.
Ranitas meridionales (Hyla meridionalis)
También hubo reptiles que merecieron la pena, como el galápago leproso y las culebras viperinas. El tema artrópodos tampoco se dio nada mal, dando gusto salir de noche por estas tierras con tales monstruos campando a sus anchas.
Escolopendra (Scolopendra cingulata) de gran talla
Y nada más que contar. Ha sido un placer revivir lo que hace años fue mi primer viaje ornitológico serio fuera de Cantabria, y aún más acompañado por mi padre, quien se ha llevado unas cuantas especies nuevas para el recuerdo.
De vuelta a León haríamos una parada en Villafáfila, pero eso ya es material de otra entrada... Hasta que la publique espero que os haya gustado ésta.