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domingo, 12 de mayo de 2019

Pajareo marroquí (II/IV): jornada sahariana

La jornada anterior resultó muy intensa y cargada de emociones, de modo que el día 21 de abril nos lo tomamos de "descanso". Un descanso relativo, por supuesto, ya que sólo exploramos los alrededores de Rissani pero tampoco paramos quietos en ningún momento. Dedicamos un especial esfuerzo a la prinia desértica y al turdoide rojizo, aunque ninguno de ellos quiso aparecer (por el momento).


Sin mucho madrugar nos dirigimos a unos cortados ubicados al oeste de Rissani, un enclave fabuloso para disfrutar de los cuervos desertícolas, regalándonos también muy buenas observaciones de camachuelo trompetero, abejaruco persa y halcón borní. Otros sin embargo se resignaron a aparecer...

Camachuelos trompeteros (Bucanetes githagineus)

Cuervo desertícola (Corvus ruficollis)

Abejarucos persas (Merops persicus)

Halcón borní (Falco biarmicus)

El deleite con el halcón borní fue doble tras descubrir un nido con ni más ni menos que tres polluelos de pocos días, bien custodiados por su señora madre.

Halcón borní (Falco biarmicus), hembra en nido con tres polluelos

La mariposa tigre tal vez fuese lo mejor del viaje entomológicamente hablando.

Mariposa tigre (Danaus chrysippus)

La tarde la empleamos en exprimir al máximo otras zonas desérticas y de palmerales de las proximidades, anotándonos alzacolas rojizos, bulbules, más abejarucos persas y las tres especies de tórtolas como más destacado.

Alzacolas rojizos (Cercotrichas galactotes)

Collalba negra de Brehm (Oenanthe leucopyga)

El día siguiente estaba reservado a uno de los platos fuertes del viaje: Erg Chebbi, la única región de verdadero Sáhara del país. Ya habíamos quedado previamente con el Hotel-Kasbah Yasmina y su responsable en tours ornitológicos para guiarnos por el desierto, quien nos dijo de presentarnos allí a las 7:00am.
Fuimos muy puntuales, al igual que ellos, de modo que sin a penas poder disfrutar de cómo radiomarcaban zarceros bereberes en la estación de anillamiento del mismo hotel montamos en los vehículos 4x4 y nos pusimos en marcha.

Erg Chebbi

Los objetivos estaban claros. El primero de ellos fue el gorrión sahariano, disfrutando de dos parejas distintas con las primeras luces de la mañana, aunque en esta ocasión sólo los machos se dejaron fotografiar debidamente.

Gorrión sahariano (Passer simplex), macho

Mientras tanto nuestro guía Lahcen nos contaba cómo hace años esta especie llegó a criar en el propio Hotel Yasmina, pero con el tiempo la expansión del gorrión común en la zona lo recluyó a asentamientos remotos como éste.


Gorrión sahariano (Passer simplex), macho

En nuestro camino nos topamos con más cuervos desertícolas. Este pájaro no suele ser el favorito de los ornitólogos que visitan Marruecos, a pesar de que en mi opinión mola bastante... ¡Para gustos los colores!

Cuervo desertícola (Corvus ruficollis)

A medida que el sol se alzaba sobre el horizonte llegaba la hora punta en la que las gangas acuden a beber, de modo que Lahcen nos llevó hasta el diminuto y único charco de muchos kilómetros a la redonda donde tomamos posiciones.

Dunas de Erg Chebbi...

Se hicieron de rogar pero la espera bien mereció la pena, pues a cualquiera le abrumaría la imagen de más de 200 gangas moteadas y casi 30 gangas coronadas aterrizando delante de sus narices. Desde luego el agua obra milagros...

Gangas moteadas (Pterocles senegallus)

Gangas coronadas (Pterocles coronatus)

Tras la cita con las gangas ya pudimos tomarnos el recorrido con más libertad, retomándolo con la escasa pero agradecida curruca sahariana.

Curruca sahariana (Sylvia deserti)

El protagonismo de los reptiles también fue patente, destacando la lagartija de Merzouga, el agama de Böhme y un rastro de víbora de arena (Cerastes vipera) a la que a mi pesar no llegamos a encontrar.

Lagartija de Merzouga (Acanthodactylus dumerilii)

Agama de Böhme (Trapelus boehmei)

Rastro de una Víbora de arena (Cerastes vipera)

No podían faltar los aláudidos, siendo la alondra ibis su reina indiscutida. 

Alondra ibis (Alaemon alaudipes)

Gracias a Mubarak (un pastor local con el que contactó Lahcen) no tardamos en dar con una de las estrellas del viaje: el chotacabras egipcio.

Chotacabras egipcio (Caprimulgus aegyptius)

En teoría aquí terminaba nuestra exitosa aventura por Erg Chebbi, complementada por muchas otras interesantísimas especies...

Corredor sahariano (Cursorius cursor)

Terrera colinegra (Ammomanes cinctura)

Alcaudón norteño (Lanius excubitor elegans)

Sin embargo durante el camino de vuelta se me ocurrió hablar a nuestro guía a cerca del turdoide rojizo, una de las aves más complicadas de observar en Marruecos y que tras nuestro fracaso de los días previos ya no contaba con ver. Es así como Lahcen tomó un repentino cambio de dirección... ¡Esto aún no había acabado! Visitamos un oasis sin éxito, después un nido en un espino que resultó estar abandonado... y finalmente una plantación de melones protegida por una modesta fila de pequeños eucaliptos. ¡Aquí fue donde nos cubrimos de gloria!

Lugar donde vimos la pareja de Turdoides rojizos (Turdoides fulva)

Turdoides rojizos (Turdoides fulva)

Enormemente satisfechos y agradecidos nos pegamos una buena comilona en el propio Hotel-Kasbah Yasmina. Ya tras la sobremesa y la oportuna  foto de grupo nos acercamos a la laguna de Merzouga, rebosante de vida: más 3000 flamencos, tarros canelos, pagazas, chorlitejos patinegros y un sinfín de especies más.

Foto de grupo

Y ya sí que sí, pudimos por dar terminado el pajareo del día poniendo rumbo a Boumalne Dades, donde llegamos ya de noche. 

Erg Chebbi

Hasta aquí os cuento por hoy...
¡Gracias por visitar el blog!



domingo, 8 de abril de 2018

MARRUECOS 2018 (II/V): De Errachidía a Rissani

El canto de un escribano sahariano al amanecer nos anuncia un nuevo día...
Salimos de Errachidía con las primeras luces, y a los pocos kilómetros realizamos una parada para fotografiar un palmeral situado en el fondo de un barranco.


No fue en vano, ya que para nuestra sorpresa nos cruzamos con una pareja de terreras saharianas, las primeras del viaje. Una de ellas capturó un pequeño gecko de patas de abanico de Oudri (Ptyodactylus oudrii) delante de nuestras narices, mostrando la faceta depredadora que se esconde detrás de su tierna apariencia. Con el tiempo nos daríamos cuenta de que las paradas aleatorias como ésta resultarían altamente productivas...

Terreras saharianas (Ammomanes deserti)

La carretera entre Errachidía y Erfoud transcurre a lo largo de un río con excelentes palmerales, todo un corredor natural para las aves migratorias. Los primeros en dejarse ver fueron los escribanos saharianos y las collalbas yebélicas (o collalbas negras de Brehm), dos especies extremadamente abundantes de aquí en adelante. La banda sonora sin embargo corría a cargo de un mamífero, los gritos de alarma de las ardillas morunas.



Escribano sahariano (Emberiza sahari)

Collalbas yebélicas (Oenanthe leucopyga)

Ardilla moruna (Atlantoxerus getulus)

Encontramos un puente que atravesaba el río y decidimos bajar para inspeccionar sus orillas. El objetivo principal era la lavandera blanca de la subespecie norteafricana (subpersonata), pájaro que no tardó en dejarse ver mientras los bulbules naranjeros revoloteaban a nuestro alrededor y una fugaz pareja de perdices morunas se ocultaba entre la vegetación.


Lavandera blanca norteafricana (Motacilla alba subpersonata)

Bulbules naranjeros (Pycnonotus barbatus)

Entre los migrantes parece que nos encontrábamos en el momento de mayor paso para alcaudón común y mosquitero papialbo. Un chorlitejo chico y un azor sembrando el caos fueron los responsables de nuestra despedida del palmeral.

Alcaudón común (Lanius senator)

Chorlitejo chico (Charadrius dubius)


Ya en Erfoud tomamos un desvío y recorrimos unos 30km hacia el oeste para explorar una localidad en la que teníamos constancia de la presencia de prinia desértica (Scotocerca inquieta). No tuvimos suerte con ella, pero tampoco nos arrepentimos de haber llegado hasta aquí, puesto que en este terreno yermo la vida no escaseaba precisamente...


Torbellino...

Las terreras comunes estaban claramente en paso, ya que encontramos bandos por todas partes. Como subespecies de interés nos llevamos el alcaudón norteño elegans, y como especies nuevas el camachuelo trompetero y la alondra ibis.

Terreras comunes (Calandrella brachydactyla)

Alcaudón norteño (Lanius excubitor elegans)

Camachuelo trompetero (Bucanetes githagineus)

Alondra ibis (Alaemon alaudipes)

Una vez en Rissani visitamos unos cortados al oeste de esta población.
Collalbas yebélicas, camachuelos trompeteros y otra novedad, el cuervo desertícola, nos dieron la bienvenida a este enclave. 


Collalba yebélica (Oenanthe leucopyga)

Cuervos desertícolas (Corvus ruficollis)

Tras un rato caminando un hombre emergió de entre la vegetación, tratándose ni más ni menos que de mi amigo burgalés Jesús García Ubierna, quien también andaba pajareando por la zona en compañía de un grupo de españoles... ¡Toda una sorpresa! Les preguntamos por el búho del desierto (Bubo ascalaphus), ya que éste fue hasta hace no mucho el lugar típico para verlo... pero tal y como nos comunicaron ya no cría ahí. Sin embargo nos dieron una buena noticia al tener localizado un ejemplar de curruca de Tristram (una hembra), especie que no contábamos ver hasta dentro de unos días. ¡No hay mal que por bien no venga!

Curruca de Tristram (Sylvia deserticola), hembra

Tras despedirnos, de vuelta al coche, nos cruzamos con un par de terreras saharianas y con un anciano local e inglés-parlante que a cambio de unos dirhams (el regateo es siempre una opción) se ofreció a enseñarnos búho del desierto, halcón borní y halcón tagarote, cada uno en un cortado distinto. Nosotros preferimos seguir intentándolo por nuestra cuenta, pero si a alguno de vosotros os interesa aquí os dejo su número de teléfono: 0626951218.

Terreras saharianas (Ammomanes deserti)

Por suerte contábamos con un "plan B" para el búho, unos cortados bastante más al sur, aunque visto lo visto ya no teníamos muchas esperanzas. Mientras buscábamos a la rapaz nocturna apareció un gran grupo de niños procedentes de un pueblo vecino, y por medio de gestos supieron decirnos que sabían de sobra dónde dormía el búho... y no era para nada donde estábamos mirando.


Cuervos desertícolas (Corvus ruficollis)

Era sobre todo uno de ellos, Hassan, quien se conocía cada una de las grietas en las que solía dormir el gran duque del desierto. Recorrimos bastante distancia para inspeccionarlas todas, y mientras tanto me dediqué a fotografiar a algunos de los cuervos desertícolas que pululaban por la zona. No lo vi en su momento, pero antes de llegar a verlo fotografié al búho entre estos córvidos, algo de lo que no me he percatado hasta revisar las fotos ya en el ordenador de casa.


Búho del desierto (Bubo ascalaphus)

Aquí ya fue cuando lo vimos en realidad, cuando los cuervos lo increparon tanto que lo obligaron a volar, iniciando una escandalosa persecución tras él.

Búho del desierto (Bubo ascalaphus)

Terminó posándose en una repisa muy a la vista, deleitándonos con este pedazo de pájaro como poca gente suele hacerlo... ¡Una auténtica maravilla de bicho!
Uno de los chavales quiso hacerlo volar para que pudiésemos sacarlo en el aire de nuevo, pero rápidamente le hicimos señas para que se detuviese. No había ninguna maldad en sus intenciones, pero dejarlo tranquilo era la mejor manera de disfrutarlo (tanto en ese momento como en el futuro). Por suerte nos entendió.

Búho del desierto (Bubo ascalaphus)

Volviendo al coche les pagamos 200mdh (casi 20€) por su indispensable ayuda, cosa que los hizo saltar de emoción. Desde luego saldrían muy buenos ornitólogos de aquí si sus condiciones de vida fuesen otras muy diferentes...




Con las últimas luces regresamos a Rissani, donde pasaríamos la noche.
La estampa de las dunas al atardecer nos recordaba lo que nos esperaba al día siguiente: el mismísimo desierto del Sáhara. Ahora empezaba lo bueno...

¡Nos vemos en la siguiente parte!