Prosigo con la segunda y última parte correspondiente a las rutas por la Montaña Leonesa que he realizado a lo largo de este otoño e invierno, y comienzo con la más espectacular de ellas: La ascensión a Peña Ubiña (2417m).
Entorno de Peña Ubiña
Peña Ubiña se sitúa en la frontera astur-leonesa, concretamente en la comarca de Babia, y supone uno de los picos más conocidos y carismáticos de toda la Cordillera Cantábrica, fama que no sólo le debe a su altitud.
Comenzamos en el pueblo de Torrebarrio, de donde partimos hacia el Collado del Ronzón (situado entre Peña Ubiña y su hermana Peña Ubiña Pequeña).
Una vez aquí tomamos el camino hacia la cima.
Chovas piquirrojas
Peña Ubiña Pequeña y Collado del Ronzón, desde la subida a Peña Ubiña
Incluso a media altura, las vistas de la Montaña Asturiana y Palentina ya eran impresionantes. La subida no fue camino de rosas, pero nos la amenizaron bastante los bandos mixtos de chovas piquirrojas y piquigualdas.
Chovas piquigualdas y piquirrojas
Justo en la cima nos esperaba este confiadísimo acentor alpino, muy acostumbrado a los montañeros y que nos estuvo mendigando un poco de comida, la cual por supuesto le proporcionamos.
Acentor alpino
Los Castillines y el Siete, desde la cima de Peña Ubiña
Ahora llega el turno de la que ha sido la jornada menos productiva, la del Cueto de las Palomas (1803m). La idea inicial era ascender al Cueto del Calvo, pero la nieve nos lo hizo imposible, ya que nos llegaba por la cintura y estaba blandísima, lo que hacía casi imposible dar un paso.
Cueto de las Palomas
La clave en estos casos está en alcanzar alguna de las aristas principales, donde siempre se puede caminar mejor...
De todas formas no nos fallaron ni los buitres ni los cuervos, además de un acentor alpino en la cima, un zorro al trote y varios rastros de rebecos.
Buitre leonado
Cuervo
Cueto Mediodía (izq.) y Cueto del Calvo (derch.) desde el Cueto de las Palomas
Continuo con una de las ascensiones más especiales, la del Cueto San Mateo (1610m). El pico ya lo conocíamos del año pasado, pero esta vez la experiencia fue radicalmente distinta, ya que decidimos aprovechar la luna llena y la nieve para subir por la noche.
A pesar de las fechas la noche que elegimos fue perfecta, sin una sola nube ni pizca de viento, y con una temperatura sorprendentemente agradable (yo de hecho estuve todo el rato en manga corta, increíble).
Refugio...
Ya a una cierta altura nos topamos con este ejemplar de salamandra común, la protagonista de la jornada.
Salamandra común
Llegando arriba nos acercamos hasta la cueva que da nombre al cueto, donde sin querer despertamos a un avión roquero que se encontraba durmiendo en ella.
Cueva de San Mateo
Avión roquero
Una vez en la cima cenamos tranquilamente. Incluso barajamos la posibilidad de dormir al raso, pues las condiciones para ello eran fantásticas.
En la cima del Cueto San Mateo
Sorprende lo que llega a iluminar la luna llena, y aún más con nieve, pues podía verse sin dificultad todo el paisaje y las montañas que nos rodeaban.
Pese a que llevábamos frontales para alumbrar el camino, durante la mayor parte del tiempo no nos hicieron ni falta...
La Luna
Paisaje iluminado por la luna
Otra ruta "diferente" fue la que hicimos desde Babia (León) hasta los Lagos de Saliencia (Asturias), ya que por primera vez experimentamos la comodidad de las raquetas a la hora de caminar sobre una espesa capa de nieve.
Montaña de Babia
Con las raquetas puestas...
Tras atravesar valles realmente hermosos llegamos a la zona de los lagos. Desgraciadamente no pudimos disfrutarlos del todo ya que incluso ellos estaban tapados de nieve, pero de todas formas el lugar brillaba por sí solo.
Uno de los lagos, cubierto de nieve...
Lo mejor de aquí fueron los rebecos, corriendo a través de peñas, canchales y laderas nevadas con una maestría de la que pocos animales pueden presumir.
Rebecos cantábricos
Montaña de Somiedo
Y para terminar algo muchísimo más humilde, correspondiente al último día del invierno, el cual sólo pudimos permitirnos una ruta muy breve. Decidimos pues acercarnos hasta la Cascada de Aguasblancas, saliendo desde Pola de Gordón.
Seguimos el arroyo aguas arriba, atravesando un hayedo en el que nos encontramos con multitud de aves forestales y algún que otro corzo, hasta que finalmente alcanzamos el pié de la cascada. Mereció la pena el paseo.
Trepador azul
Escribano montesino
Cascada de Aguasblancas
Cierro la entrada con esta estampa invernal de Peña Ubiña y Ubiña Pequeña, sacada el día de los Lagos de Saliencia, haciendo así alusión a ambas jornadas.
Peña Ubiña (izq.) y Peña Ubiña Pequeña (derch.)
La nieve nos ha limitado bastante los sitios a los que ir hasta el momento, pero ahora por fin llegaron la primavera y el buen tiempo, y con el manto blanco ya retirándose finalmente podremos acceder a los mejores rincones de la Montaña Leonesa. ¡Ya era hora de que empezase lo bueno!
Por último quería aprovechar para comentar que el año pasado mis amigos y yo nos hicimos un blog (del que soy el fotógrafo principal, jeje) en el que subimos todas nuestras salidas montañeras, con un amplio repertorio de imágenes de cada una de ellas y relatadas con mayor detalle de lo que lo hago yo aquí.
Espero que os guste, éste es: BIOBOTAS (pinchar sobre el enlace).
Te estás aficionando a las entradas tochas como Miguel y yo, ehhh :D
ResponderEliminarRebecos... grrrrrrrrrrrr.
Ya empieza lo bueno como bien dices ¡Saludos!
Es que hay veces que como no hagas entradas tochas no hay manera de avanzar con el material que se acumula, jaja.
EliminarDe rebecos haber si nos cae alguno por Alto Campóo este verano para que los disfrutes de una vez... son dignos de ver.
Saludos
Que grande aventura!
ResponderEliminarImagens fantásticas ;)
¡Gracias! La montaña proporciona eso, grandes momentos y grandes imágenes... ¡Con razón me gusta tanto!
EliminarSaludos
Magnificent and beautiful photos, Alberto! :)
ResponderEliminarThanks!
EliminarPreciosa y espectacular entrada perfectamente contada e ilustrada. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias! Me quedó un poco larga, pero bueno... jeje
EliminarSaludos