Tras casi mes y medio de confinamiento perimetral de los municipios, los cántabros al fin podemos movernos libremente por la comunidad autónoma. Nos hemos perdido gran parte del otoño, pero al menos hemos podido salir de casa, que en estos tiempos no es poco. En el ámbito de la bahía, Santander tal vez sea el municipio menos agradecido para pajarear, pero no significa que sea malo. Hoy voy a resumir lo más destacado de este frustrante periodo:
Cabo Mayor
Cabo Mayor ha sido un punto muy frecuentado por mí a lo largo de estos momentos de pandemia. Demasiado concurrido por la gente de la capital, eso sí, pero aun con eso un buen sitio para la observación de aves marinas y sobretodo para la entrada de paseriformes desde el mar, siendo tal vez el mejor lugar del municipio en este último aspecto. Entre este cabo y el cercano cabo de Lata contamos además con una de las dos únicas parejas de cuervo de todo el término municipal, lo que supone un incentivo más para visitar la zona. Yo además tuve suerte y di con un ostrero alimentándose de lapas en la base del acantilado.
Bisbita pratense (Anthus pratensis)
Lavandera blanca enlutada (Motacilla alba yarrellii)
Cuervos (Corvus corax)
Ostrero euroasiático (Haematopus ostralegus)
Los humedales de agua dulce son muy escasos en el municipio, contando únicamente con tres. Uno me pilla francamente cerca de casa, el estanque de La Remonta, parque por el que por razones obvias también he paseado mucho. Lo atractivo de este espacio verde no es sólo la laguna (que cuenta con un interesante repertorio de aves acuáticas) sino también su entorno de campiña en el que los paseriformes y las rapaces son los grandes protagonistas. Además, esperar al anochecer tiene premio, pues es cuando las garcillas bueyeras se congregan en un impresionante dormidero que ya supera los 3000 ejemplares.
Estanque de La Remonta
Cuchara europeo (Spatula clypeata)
Jilgueros europeos (Carduelis carduelis)
Zorzal alirrojo (Turdus iliacus)
Garcillas bueyeras (Bubulcus ibis)
De vuelta a los acantilados no podía no dedicarle unas líneas al ya mencionado Cabo de Lata, enclave que tenía poco transcurrido y que este pasado noviembre he pateado más que nunca. La calidad de las observaciones de aves marinas es mucho superior aquí que en cabo Mayor, pero el "cebo" principal que me atrajo este otoño fue el roquero solitario que Máximo Sánchez encontró en uno de sus habituales paseos por la senda costera, un pájaro realmente complicado de observar en Cantabria. Muy buen lugar también para entretenerse con bisbitas, tarabillas, buitrones y currucas, además de conejos, soltados hace tiempo de forma intencionada y que cada atardecer asoman en gran número.
Cabo de Lata
Alcatraz atlántico (Morus bassanus)
Roquero solitario (Monticola solitarius)
Zorzal común (Turdus philomelos)
Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala)
Conejos (Oryctolagus cuniculus)
Tengo que reconocer que nunca antes me había acercado a las Pozonas de San Román. Obviamente sabía que existían pero por algún motivo la impresión que tenía de ellas en mi cabeza era mucho menos llamativa de la que tengo ahora tras conocerlas. Las anátidas están a la orden del día, y su ubicación (en plena campiña y muy próximas a los acantilados marinos) les da mucho potencial a la hora de que puedan caer sorpresas en el futuro. Además se complementan con la EDAR de San Román, planta depuradora en la que se congregan gran cantidad de gaviotas (sobre todo pequeñas) y en la que ya he conseguido dar con dos anillas diferentes de PVC, una de gaviota reidora y otra de gaviota cabecinegra.
Pozonas de San Román
Ánades frisos (Mareca strepera)
Silbón europeo (Mareca penelope)
Gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus) anillada en Polonia
En el corazón del municipio, en plena ciudad, contamos además con la peña de Peñacastillo. Recorrer el entorno natural de la peña no tiene demasiado interés en esta época del año, pero no se puede decir lo mismo de su cantera, punto de cría de una de las mínimo cinco parejas reproductoras de halcón peregrino del municipio, y también de otra de las parejas de cuervo. Uno de los días acudí aquí a última hora en busca de algún posible treparriscos invernante, lo cual no resultaría nada disparatado, pero en su lugar me llevé... ¡otro roquero solitario!
Cantera de Peñacastillo
Halcón peregrino (Falco peregrinus brookei)
Roquero solitario (Monticola solitarius)
Otro privilegio santanderino: vuelvepiedras y correlimos oscuros. De estos últimos llegué a contabilizar un grupo de 19 ejemplares, que por impresionante que suene son menos de los que hemos observado otros años (el invierno pasado, mismamente). Desconozco si en otros puntos de España se llegan a dar los mismos números, pero desde luego son cifras complicadas de superar...
Vuelvepiedras (Arenaria interpres)
Correlimos oscuros (Calidris maritima)
El Parque de Las Llamas es sin duda el humedal estrella de Santander, y me atrevería a decir que también uno de los más destacados de toda Cantabria a pesar de su carácter urbanita. Aquí pude ver al presunto mosquitero común siberiano (Phylloscopus collybita tristis) hallado por Juanma Pérez en una de sus visitas, y que ya fue citado el año pasado en el mismo lugar. Tal vez se trate del mismo ejemplar, pero confirmarlo es atrevido dada longevidad tan efímera de estos pájaros... En cualquier caso, con mosquitero siberiano o sin él, no han sido pocas las visitas a este pequeño paraíso de aves acuáticas...
Parque de Las Llamas
Agachadiza común (Gallinago gallinago)
Y como broche final, toda una referencia para la región: los autillos del Parque de La Vaca. Encontrar ejemplares invernantes hace una década era algo muy puntual, pero la verdad es que en los últimos años ha pasado a ser todo un clásico, siendo cada vez más los que optan por esta inusual estrategia para sobrevivir a una temporada más. El invierno pasado contamos en el parque con seis individuos y éste con al menos dos, aunque el toque de queda de las 22:00 tampoco me ha dado margen para comprobar si pudiese haber alguno más.
Autillo europeo (Otus scops)
Y hasta aquí por hoy...
¡Gracias por seguir el blog!
Reportaje muy interesante y fotos bonitas.
ResponderEliminarQué guay, cuántas cosas. No sabía lo de los autillos invernantes en el norte peninsular, un interesante descubrimiento. Gracias por compartir tus observaciones.
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