Si hay algo que me gusta es la montaña y sus aves alpinas. Por ello no es de extrañar que una de mis primeras salidas "post-confinamiento" fuese a las altas cotas campurrianas, un territorio que siempre tiene algo que ofrecer.
Vistas desde el alto de "El Chivo"
Como suele ser habitual en mis salidas, el madrugón fue muy considerable, plantándome allí con la salida del sol. Las probabilidades de ver "pelo" a esas horas siempre son mucho más altas, pero también lo son las de ver activa alguna de las colonias de curruca mosquitera de la zona.
Curruca mosquitera (Sylvia borin)
Ciervo rojo (Cervus elaphus)
Gentiana verna
Picos de Europa
Aunque la primavera ya estaba oficialmente terminando, aún estaba muy viva en la montaña. Ideal para la observación de especialidades alpinas, pues los bisbitas alpinos aún estaban muy encelados, al igual que los acentores. Por su parte, los gorriones alpinos aún se afanaban en aportar material a sus respectivos nidos.
Bisbita alpino (Anthus spinoletta), macho
Acentores alpinos (Prunella collaris)
Gorriones alpinos (Montifringilla nivalis)
Después de tanto tiempo, los tritones fueron otro regalo para la vista...
Y otro tanto respecto a las lagartijas, más concretamente a la de turbera.
Tritones alpinos (Ichthyosaura alpestris)
Tritón palmeado (Lissotriton helveticus), a la izq.
Lagartija de turbera (Zootoca vivipara)
A quien ya no puedo pasar de ver antes de irme es a los mirlos capiblancos, una de las reproductoras cantábricas a las que más cariño tengo.
Mirlo capiblanco (Turdus torquatus alpestris), macho
Ahora cambiamos completamente de día y de escenario: Fuente Dé. Pasear por este enclave sin cruzarme con una sola persona a lo largo del día es con seguridad algo que no vuelva a experimentar nunca más en la vida, habiendo podido compartir dicha vivencia en compañía de mis buenos amigos Santi y Jesús.
Draba aizoides
Los rebecos pronto se convirtieron en la atracción principal de la jornada, vagando y trotando a sus anchas por todas partes. Para algunos de ellos, nosotros posiblemente fuésemos las primeras personas que veían en mucho tiempo...
Rebecos cantábricos (Rupicapra pyrenaica parva)
Los treparricos también dieron bastante espectáculo, deleitándonos con los cantos de un precioso macho, captando la atención de una hembra a quién parecía tener ya "engatusada".
Fuente Dé, Picos de Europa
Treparriscos (Tichodroma muraria), macho
Como es obvio también se dejó ver el resto del habitual repertorio de aves de montaña, además de un águila real siendo acosada por un halcón peregrino.
Los únicos que iban adelantados respecto a sus congéneres campurrianos eran los acentores alpinos, ya con pollos volantones a quienes tenían escondidos individualmente en diferentes grietas del vasto paisaje calizo. Una estrategia que minimiza las probabilidades de delatar su posición cuando acuden a cebarlos, muy bien traída a mano ya que estamos, pues aunque parezca que aquí arriba no corren peligro sí pudimos observar una comadreja merodeando por la zona...
Acentores alpinos (Prunella collaris), pollos volantones y adulto cebando
Y por supuesto chovas piquigualdas, todo un clásico de la hora del bocadillo que para nosotros también supusieron el broche de despedida.
Chovas piquigualdas (Pyrrhocorax graculus)
Y hasta aquí por hoy...
¡Gracias por seguir el blog!
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