Que un autillo decida pasar el invierno en mi barrio de Santander es ya un clásico de estos últimos años. Esta vez además parece haber mínimo otros dos ejemplares por la ciudad, uno en la zona de las universidades y otro en el parque de Mesones.
Un viaje transahariano de ida y vuelta puede no sonar muy alentador, pero desde luego la alternativa de quedarse aquí tampoco lo es cuando eres un pájaro que basa su alimentación en grandes insectos. Este ejemplar ni siquiera hizo amago de moverse a lo largo de cada una de las noches que me he acercado a echarle un ojo, y posiblemente lo que esté haciendo sea llevar al límite el ahorro de energía. En realidad tampoco puede hacer mucho más, pues a penas vuelan polillas en esta época del año y la actividad de los micromamíferos también es muy baja (supongo que ante esta escasez de presas muchos días ni se alimentará).
Otro comportamiento interesante que he observado es la elección de los árboles que elige para sobrellevar estas frías noches de vientos invernales, encontrándolo siempre resguardado en alguna de las poquísimas especies que todavía conservan sus hojas; La última vez fue en un roble bastante tardío, y en otra ocasión literalmente pegado al abrigo de un ciprés. Años atrás también en eucaliptos.
Y esto es todo por hoy...
¡Espero que os haya gustado!
Preciosas.. Buen trabajo..
ResponderEliminarGracias Ana... ¡Y felices fiestas!
EliminarSaludos
Vaya pasote!!!
ResponderEliminarFelices fiestas amigo mío!!!
¡¡Igualmente Germán!!
EliminarGran trabajo y fenomenales fotos!!
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