A principios de mes disfruté de una inmejorable jornada primaveral por la montaña de Babia en compañía de José Alberto, Iker y Pablo Salinas.
Hicimos la ruta que lleva a la Laguna de las Verdes, y la idea era avistar distintas especies de aves alpinas, con el roquero rojo como objetivo principal.
Día despejado y temperatura agradable es todo lo que necesitaban los pájaros para cantar a pleno pulmón desde las primeras horas de la mañana.
Destacaron por su abundancia los escribanos cerillos, montesinos, bisbitas alpinos y, en especial, los acentores y los pardillos.
Montaña de Babia
Escribano cerillo
Bisbita alpino
Escribanos montesinos
Un panel informativo al comienzo de la ruta nos hablaba del paisaje, flora y fauna que podríamos encontrar, y la verdad es que todo sonaba muy "apetitoso".
Panel informativo de la ruta
No faltaron ni mariposas ni orquídeas...
Cejialba
Siguiendo por estos parajes, avistamos el que fue nuestro único buitre de la jornada. También localizamos un rebeco cruzando un nevero, al cual por desgracia le costaba caminar debido a que tenía una pata mutilada...
Montaña de Babia
Buitre leonado
Rebeco cantábrico, con pata mutilada
El paisaje era cada vez más espectacular a medida que llegábamos a la laguna, comenzando a dejarse ver especies tan montanas como las chovas piquigualdas.
Montaña de Babia
Collalba gris
Acentor común
Chovas piquigualdas
Ya en la Laguna de las Verdes aprovechamos para descansar un poco y deleitarnos con esa belleza tan mágica que sólo las lagunas glaciares tienen.
Recorriendo sus orillas encontramos numerosas ranas bermejas (algunas de pequeño tamaño y otras más grandonas) y sus respectivas puestas.
Laguna de las Verdes
Puesta de rana bermeja
Ranas bermejas
Otra joya herpetológica de la zona fue la lagartija serrana, muy abundante a lo largo de toda la ruta, pero especialmente aquí, en torno a la laguna.
Lagartijas serranas
Otra que también nos dio una alegría fue la lagartija de turbera...
Lagartija de turbera
Los rebecos fueron al igual relativamente frecuentes, muchos de ellos ya con sus pequeñas crías siguiendo sus pasos a través de las abruptas y escarpadas formaciones calizas... ¡Alta montaña en estado puro!
Rebecos cantábricos
Durante el camino de vuelta seguimos prestando especial atención a los canchales, pues nuestro objetivo (el roquero rojo) seguía sin haber aparecido.
Chovas piquirrojas
Finalmente, un lejano canto tipo túrdido nos hizo detenernos y escuadriñar cada una de las piedras con los prismáticos...
¡¡Ahí estaba!! Al principio bastante lejos, pero a medida que se iba moviendo y cambiando de posadero llegamos a tenerlo a una distancia más que aceptable.
Roquero rojo
Con el roquero ya bien visto bajamos más tranquilos, volviendo a toparnos con las especies más comunes que ya vimos durante la subida...
Escribano cerillo
Tarabilla común
Náyades
Y con otra foto representativa de este lugar termino.
¡Espero que os haya gustado!
Montaña de Babia