En la entrada anterior comentaba que había estado con Miguel en la ría de Cubas, donde no vimos mucho por culpa de la marea alta. Decidimos entonces ir a la Junquera, donde corrimos la misma suerte, aunque los pocos correlimos que encontramos estaban confiados y se dejaron sacar muy bien.
Correlimos comunes
Sin embargo, la marea alta nos vino muy bien para ver a los ostreros desde el puente de Somo, que descansan aquí a la espera de que vuelva a bajar.
Ostreros euroasiáticos
Y haciéndoles compañía... ¡una barnacla carinegra!
Barnacla carinegra
De vuelta a casa para comer volvimos a parar en Raos, y en el rompeolas del Puerto Deportivo observamos una buena concentración de limícolas.
Concentración de limícolas
Caminamos un poco por dicho rompeolas sin llegar a espantarlos, distinguiendo chorlitejos grandes, chorlitos grises y, sobre todo, correlimos comunes.
Chorlitejo grande
Chorlito gris
Chorlitejos grandes y correlimos comunes
Después de comer nos dimos una vuelta por el Puerto para observar gaviotas, encontrando esta sombría anillada procedente de Guernsey y varios gaviones.
Gaviota sombría con anilla de PVC
Gaviones atlánticos
A la mañana siguiente estuvimos de nuevo en Raos, sin muchas novedades...
Colimbo grande
Desde el Puerto Deportivo descubrimos nadando frente a la Ensenada de San Bartolomé las difusas siluetas de unos posibles negrones especulados, de modo que nos pusimos en marcha y fuimos hasta allí para poder verlos más de cerca.
Garcillas bueyeras, pilladas de camino a la ensenada
En comparación con el día anterior se agradecía la ausencia casi total de viento, aunque tampoco tuvimos demasiada suerte con la meteorología, pues estuvo lloviendo casi todo el tiempo y tuvimos que estar observando bajo un paraguas.
Entonces nos llevamos una grata sorpresa en forma de dos eideres comunes, una hembra adulta y un macho joven.
Eideres comunes
Y por supuesto vimos a los especulados, concretamente tres ejemplares, que como es lo normal se encontraban a muchísima distancia.
Negrones especulados
El último día Miguel tenía que coger el tren al mediodía, de modo que solo pudimos emplear la mañana. Para colmo no dispusimos de coche, por lo que nos tuvimos que conformar con dar una vuelta por la Península de la Magdalena.
No nos salió ni tan mal la jugada, pues en uno de los islotes rocosos Miguel pudo llevarse el último bimbo de su viaje por Cantabria: una gaviota argéntea.
Gaviota argéntea
Y ya por último voy a terminar con unos bonitos correlimos oscuros que también encontramos en la Magdalena. Este sitio es algo más inaccesible que la cercana y "cómoda" Playa del Camello, pero igualmente se les ve bien.
Correlimos oscuros
Y hasta aquí esta entrada, la última de la serie dedicada al paso de Miguel por estas tierras. ¡Espero que al igual que yo lo pasases en grande!